En Sudán del Sur la relación
con el sufrimiento y el disfrute es completamente diferente.
La gente no tiene esa
necesidad de “bienestar ya” tan característica de occidente.
Acá la gente acepta lo que
le toca, como le toca y cuando le toca. Y lo que viene después ya se verá.
Es así que la gente acepta
someterse a largos periodos de escasez, aún cuando los recursos están
disponibles pero no pueden ser utilizados.
Cuando este país se separó
de Sudán (del Norte) en 2011, uno de los puntos claves en la negociación para
la secesión fue dónde se ponía la frontera.
Resulta que en estas
tierras hay petróleo, y mucho. Y los pozos están todos ubicados cerca de la
zona de la frontera.
Al final, después de largos
años de negociaciones, dispusieron el confín y la mayor parte de los
yacimientos petrolíferos quedaron del lado del sur, pero el control de los
oleoductos quedo a manos del norte.
Así que de este lado se
saca y desde el otro se exporta.
Todo parecía bastante
claro, pero fue ahí cuando surgió un segundo conflicto. Cuál es el canon que
paga el sur al norte por cada uno de los barriles exportados a través de sus
caños.
Desde Khartoum (capital de
Sudán) se pedía inicialmente 20 dólares por cada uno (el precio de un barril de
petróleo ronda los 100 billetes americanos), pero desde Juba (capital de Sudán
del Sur) consideraban el precio excesivo y no aceptaban firmar el acuerdo.
Este nuevo país tiene como
única fuente de ingreso la exportación de crudo. No tiene ninguna industria, no
produce ni siquiera los alimentos que consume, importa absolutamente todo lo
que se vende en sus mercados.
Es decir que este impasse
en el acuerdo significaba un freno en la exportación, y un consiguiente alto al
ingreso de divisas. O sea que se quedaban completamente parados, sin un centavo
entrando, a la espera del acuerdo.
En el norte especulaban con
que esta limitación los hiciera dar el brazo a torcer y aceptaran sus
condiciones. Pero este país no funciona así.
Acá las cosas son como
ellos quieren o no son. Y no hay nada que hacer.
Meses y meses estuvo
detenida la producción, y no había solución en miras.
Al cabo de medio año finalmente
fue el norte el que terminó cediendo y acordaron un precio fijo de diez dólares
por barril.
Lo llamativo es que en este
proceso el sur se pauperizó, vio reducirse sus reservas al mínimo, a su gente padecer
la escasez de alimentos y morir (literalmente morir) por falta de recursos.
Pero eso no era importante.
En estas tierras de
creencias y valores tribales, el honor es lo más importante. Vale sin dudas más
que la vida misma. Y nunca se cede, menos frente a un enemigo íntimo como es el
gran vecino del norte.
Acá se sufre si hay que
sufrir. Pero hay cosas que no se negocian.
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