29/8/08

LA IDENTIFICACIÓN DE LOS TURISTAS

Llegamos al supermercado demasiado temprano. Eran las 8 y recién abría a las 9 (cosa extraña, porque en general en África las cosas arrancan al alba, pero la cadena Shopright de Mozambique no). Entonces fuimos a la estación de servicio lindante para que yo pudiese comprar cigarrillos en el shop.
Después de pegar unos Marlboro (lujo total, considerando que se venden casi únicamente marcas locales), mientras salía del negocio, veo a un tipo sentado en un banco en la puerta. En realidad no era un tipo solo, sino toda una familia que estaba evidentemente de vacaciones, recorriendo la parte sur del continente negro.
Por un segundo lo miro, como se puede mirar a cualquiera, y me doy cuenta de que me estaba mirando fijamente. Así cruzamos miradas un instante y acto seguido me pregunta en inglés si hablaba francés.
Le dije que si a pesar de que me agarró desprevenido, y con un fortísimo acento alemán esboza en un precario francés algo acerca de unas drogas que no llegué a decodificar.
Lo miro y le pregunto en alemán de dónde venia. Me dice que de Stuttgart y me vuelve a preguntar si quería unas drogas para epilepsia.
Como muy clara no me quedaba la situación, le digo que no, que gracias (en realidad no entendía si quería vendérmelas o regalármelas o qué), que no era médico y que las drogas las recibíamos de Europa y respondían a las necesidades del proyecto exclusivamente.
Así nos pusimos a hablar un poco, me empezó a contar que estaban de vacaciones visitando algunos países de la zona y que ya estaban casi terminando, en su ruta hacia Joburg (Johannesbourg) para volverse hacia tierras teutonas.
Me preguntó de dónde venia y cuando dije que era argentino su mujer se mete en la conversación para decirme en castellano que ella era mexicana aunque hacia 20 años que vivía en Alemania.
Nos quedamos un rato charlando, me contaron que era el segundo año consecutivo que hacían este viaje, haciendo camping, y también me dijeron algo de su experiencia.
Pero la charla, como no podía ser de otra forma, se centro en MSF.
Me preguntaron qué hacíamos y dónde trabajábamos, en qué consistía el proyecto y otras cosas al respecto.
Les fui contando un poco y a medida que les daba datos y detalles se interesaban mas y mas. A tal punto que empezaron a decirme que tenían un montón de cosas que ya no necesitaban, que habían comprado para el viaje y que no iban a llevárselas de nuevo para casa, y que querían regalárnoslas.
Muchas cosas de uso logístico, tipo bidones, fajas para el portaequipajes del auto, herramientas.
Cuando me las dieron se les notaba una gran satisfacción, era como una suerte de reconocimiento al trabajo que hacíamos, al hecho de estar ayudando a la región y la gente, considerando la precaria situación en la que vivía.
Al final nos intercambiamos emails y nos saludamos efusivamente.
En estas situaciones es cuando se ve cómo los turistas sienten una gran identificación con MSF, con el trabajo humanitario y cómo les gusta sentir que ellos también aportan a la causa.
Es gratificante ver este tipo de reconocimientos, porque significa que un veedor externo se da cuenta de nuestro trabajo y lo valora.
Esto también justifica todo el esfuerzo, porque significa que tiene un alcance mucho mayor del que uno imagina a priori.

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